Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

viernes, 20 de septiembre de 2013

Ruta en bicicleta entre Barakaldo y Bilbao

Información extraçida del artículo “Pedalear y pedalear la ría” de Josu García en El Correo

En este artículo proponen una ruta urbana en bicicleta de una extensión aproximada de 15 kilómetros entre Barakaldo y Bilbao, a través de vestigios industriales y otros interesantes rincones.

Datos de la ruta
Distancia en kilómetros: 15,5 (si la hacemos de ida y vuelta serán unos 30).
Desnivel: 70 metros positivos.

Dificultad física: Muy baja.

Dificultad técnica: Muy baja.

Duración: Entre 2 y 3 horas.

Lugares de interés: Edificio Ilgner, cargadero de mineral de la Franco-Belga, puente de hierro de Alzola, Museo Marítimo, entorno de Zorrozaurre.

Observaciones: Ideal en verano. En invierno hay barro cerca de Lutxana.
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Precauciones: Hay que tener cautela en dos puentes que se atraviesan por un paso inferior en Barakaldo. No tienen mucho galibo y uno de ellos, especialmente, está en curva. Hay un espejo para evitarnos sorpresas. El tramo entre Lutxana y Zorroza conviene hacerlo con cuidado y con rapidez para no estar mucho tiempo expuesto a los coches. Cuidado con los peatones. Por desgracia su presencia en los bidegorris, ocupando el espacio reservado para las bicicletas, es constante. En algunos puntos tocaremos aceras. Es conveniente bajarse.

La jornada arranca en el BEC, a donde podremos arribar, como siempre, en transporte público o en vehículo privado -hay un buen parking donde estacionar el coche-. La mole de hormigón y cristal de la nueva feria de muestras de Barakaldo contrasta con el resto de edificios y vestigios de la época más fabril que vamos a contemplar a lo largo del día.

Tomamos el bidegorri, que nos acompañará durante gran parte del trayecto. Atravesamos la parte más moderna y puede que bonita de Barakaldo. Los barrios de Arteagabeitia y Zuazo, con una distribución urbana cuadrada y surcada por una gran avenida. También vemos el Megapark y, poco a poco, subimos hacia la zona del cementerio, con las moles de las torres de San Vicente de fondo.

Tras llegar al camposanto giraremos para abandonar durante unos pocos metros el carril bici, con el objetivo de alcanzar la ribera del río Galindo, donde volveremos a disfrutar del camino reservadoo a los ciclistas. Sin mayores novedades y tras pasar por debajo de dos puentes (precaución porque la altura de galibo es baja y están en curva) desembarcaremos ya en la zona Urban de Barakaldo, el barrio residencial más moderno del municipio. Pero muy cerca quedan dos hitos en los que merece la pena desviarse momentáneamente: el edificio Ilgner y las antiguas oficinas de Altos Hornos de Vizcaya (AHV).

Ambos inmuebles conservan el sabor de la arquitectura racionalista. El primero fue una central de transformación eléctrica de recios muros y elevados contrafuertes. Hoy es la sede del Cedemi, entidad que trabaja para promover proyectos empresariales en la zona. La otra construcción fue durante décadas el cuartel general de una de las compañías más poderosas y pujantes de Bizkaia.

Poco a poco llegamos a la desembocadura del Galindo, justo en el punto donde confluye con la ría. Pedaleamos entre casas de nuevo cuño, en un espacio llano por el que se avanza con facilidad. De frente vemos Erandio. También se puede observar al gasolino que va y viene entre ambas poblaciones. Hoy sólo queda uno de estos pequeños barcos, aunque no es difícil imaginar que hubo más de media docena funcionando al mismo tiempo, cuando miles de obreros se desplazaban entre ambas márgenes.

En la dársena que queda muy cerca del puente Rontegi hubo hasta hace pocos años un pecio muy conocido. Solía estar frecuentado por cormoranes. Y no muy lejos, siguiendo el espigón, se encuentra un monumento conmemorativo en muy mal estado de conservación. Se trata de una cruz que rinde homenaje a los presos del bando franquista que fueron linchados hasta la muerte por una muchedumbre enfervorecida en los barcos prisión ‘Altuna Mendi’ y ‘Cabo Quilates’, durante la Guerra Civil española. Después de que Bilbao sufriera el primer bombardeo masivo contra población civil. Sus nombres apenas son legibles.

Imagen de la noticia
Continuamos el paseo, que ahora nos lleva a pasar por debajo del puente Rontegi, una de las obras más importantes y espectaculares ejecutada nunca en el territorio. Pero antes podremos observar el viejo cargadero de mineral de la extinta compañía Franco-Belga. Desde esta estructura, que fue víctima de un pavoroso incendio en el año 2000 y que después fue restaurada, se vertía el hierro a las bodegas de los barcos para su exportación.

La ruta sale ahora del camino y se adentra en una zona de maleza. En otoño e invierno suele haber mucho barro y fango. Nos separamos de la ría y pronto llegamos al campo de fútbol de Lutxana. Su nombre: Serralta. Lo que durante muchos años fue un terreno de arena hoy es un moderno campo de hierba artificial, testigo de cómo cambian los tiempos.

En este punto tenemos que atravesar la zona más peligrosa de la excursión. Tendremos que arribar aZorroza a través de la carretera que baja desde Burtzeña. Es momento de apretar el ritmo para estar lo menos expuesto posible a los coches. Y entramos en Bilbao a través de un puente que se levanta muy cerca de la vieja pasarela de hierro del ferrocarril de Pablo Alzola, que fue declarada monumento en 2005.

Y de una vieja pasarela a una totalmente moderna, que tiene apenas un par de años. Nos referimos al ‘scalextric’ para peatones y bicicletas que permite a ciclistas y viandantes descolgarse desde la carretera de la ría hasta la misma ribera, en Zorroza. A partir de aquí afrontamos la parte final de la singladura, a través de un bidegorri que nos llevará a conocer la zona de Olabeaga, conocido como territorio noruego, con sus características casas de colores.

Como recomendación final invitamos a conocer el Museo Marítimo y, por supuesto, darse una vuelta por Zorrozaurre para conocer el pasado, presente y futuro de esta península de sabor industrial (y olor a galleta durante muchos años porque allí se ubicaba la fábrica de Artiach) que pronto será convertida en una isla.

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