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PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

lunes, 16 de enero de 2012

Estampas y recuerdos de Alzira (150). Arroces que movían molinos.

Artículo reportaje de Alfonso Rovira.

Como sabemos, la procedencia del arroz es del lejano Oriente sin que importe concretar si se trata de la China, India o de otro país. Respecto a España parece ser que el cultivo de esta planta gramínea la introdujeron los conquistadores árabes.

En tiempos de la Reconquista funcionaban en Sueca dos molinos de arroceros. El rey Pedro I el Grande dio autorización en 1282 a los labradores valencianos para que trillaran y molieran arroz donde quisieran.

Aquí, en Alzira, los de mi generación conocimos dos importantes molinos de arroz: el de Brígida Gimeno Castillo, en el Camí Nou de Gandía -hoy convertido en gasolinera- y del que nos vamos a ocupar hoy, el de Francisco Montagud Copoví, en el “Camí de Xàtiva”.
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Francisco Montagud Copoví, un longevo fallecido a la respetable edad de 93 años, era un industrial molinero oriundo de l’Enova, quien a principios de mil novecientos trabajaba en su molino que tenía en Senyera. Mediado el primer cuarto de este siglo tuvo el proyecto de trasladarse con su familia -esposa y cinco hijos- al delta del Ebro, en Tortosa, Amposta o San Carlos de la Rápita donde las extensiones de plantaciones de arroz son inmensas; pero Asunción, su esposa, le convenció para establecerse en lugar más cercano. El señor Montagud hizo gestiones con el propietario de un molino de Alzira donde trabajaría más de medio siglo adquiriéndolo y trasladándose con su familia hasta Alzira donde nació su último hijo, Luis, con el que contabilizó cinco varones y una hembra.

El molino de Montagud fue en su época el segundo de la provincia de Valencia en capacidad de producción, ya que despachaba en sus muelas entre 25.000 y 30.000 kilos de arroz cada día. La maquinaria se situaba en la parte baja de la casa que vemos en la fotografía de los años 20 hoy tapiada su entrada, nivel por donde discurría el agua, fuerza hidráulica que hacia mover las piedras de moler procedente este elemento del barranco de la Casella y otra del de Cogullada; maquinaria que aún se conserva, fuera de uso, me contaba Francisco Montagud Ricart, primogénito de la familia. Su padre, viendo el peligro que corrían las instalaciones por las inundaciones del Júcar, adquirió una máquina de vapor de una de las fabricas de papel de fumar de Alcoy para mover el nuevo molino que instaló en la primera planta alimentándose para el funcionamiento del pallús -cáscara de arroz- de la que también se aprovisionaban los horneros y fabricantes de hielo; unos para combustible y los otros para la conservación. Para la instalación de la nueva maquinaria adquirió los terrenos colindantes llegando el edificio hasta la carretera y primitivo puente sobre el “barranquet”.

El florecimiento y auge de Arrocerías Montagud arranca quizás en 1914 cuando comenzaba la I Guerra Mundial habiendo por ello una gran demanda desde el centro de Europa.

El arroz fue el único cereal que contaba con tradición exportadora en España alcanzando la cifra de 50.000 toneladas anuales. En 1933 se hundió definitivamente la exportación al perderse el mercado británico, cuando se concedió en la Conferencia de Ottawa grandes ventajas arancelarias a Birmania. Fue cuando Francisco Montagud, junto con otros industriales de la comarca, instalaron un molino en Londres, a orillas del Támesis, puesto que el arroz en cáscara que ellos enviaban a la Gran Bretaña no pagaba aranceles y de allí era más fácil, una vez elaborado, exportarlo. Mientras tanto, aquí en la Ribera, el arroz, en la época de la Guerra Civil y después en los años 40, sirvió de gran ayuda para paliar el hambre de los habitantes de estas tierras.

En plena II Guerra Mundial recordamos unos enormes camiones alemanes que movidos por gasógeno y conducidos por un solitario chofer al que acompañaba un perro lobo venían hasta Alzira para aprovisionarse de arroz para alimentar a las fuerzas del Eje.

Arrocerias Montagud, a través de la Federación Sindical de Agricultores Arroceros, se encargaban de realizar envíos a través del ferrocarril, unas siete toneladas de arroz cada día, que era distribuido en toda la geografía nacional y fuera de nuestro país; pues la Federación afrontó el problema de colocar los excedentes de producción. Como dato curioso, el arroz valenciano viajó hasta países diversos, incluidos Japón, Indochina y Filipinas que pertenecen al lejano Oriente, de donde se supone que vino el arroz.

En 1973, debido a la transformación citrícola, al envejecimiento de la maquinaria y a no tener relevo familiar, los hermanos Francisco, José, Manuel -único fallecido- Rafael, Asunción y Luis, que toda su vida habían dedicado a la industria que creó su padre, junto con otros problemas relacionados con la misma, decidieron cerrar el molino del “Pont de Xàtiva”, que tras casi 60 años se había dedicado a elaborar un producto del que todos los valencianos estamos orgullosos y consumimos con mucho agrado todos los días.
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