Patrimonio Industrial nacional e internacional

PATRIMONIO INDUSTRIAL - INDUSTRIAL HERITAGE - PATRIMOINE INDUSTRIEL

jueves, 19 de enero de 2012

Crónica de una muerte anunciada. Ayer comenzó el derribo de la Fábrica de Lápices Hispania de Ferrol. 3

A medida que transcurre la mañana van apareciendo más noticias sobre la fábrica y su derribo, alguno de los artículos son muy emotivos y las imágenes son tristes e impactantes, como las de la chimenea…

La demolición de la Fábrica de Lápices empieza por la chimenea.
A golpe de taladro y ladrillo a ladrillo la Fábrica de Lápices inició ayer la cuenta atrás hacia su desaparición. Dos operarios sobre una grúa comenzaban a primera hora el desmontaje de la chimenea de la histórica planta de Ferrol Vello, anulando así cualquier esperanza de conservación. Era precisamente uno de los elementos que la delegación ferrolana del Colegio Oficial de Arquitectos había pedido que se mantuviese.
La empresa contratada, Excavaciones Desmoncor, según los carteles colocados a la entrada de la fábrica, continuaba en el interior de la limpieza. Continúan así los trabajos iniciados a principios de semana que, previsiblemente, proseguirán en los próximos días, aunque todavía se desconoce cuándo se echará abajo el inmueble. Fuentes próximas a los trabajos informaron de que la labor en la chimenea se debía a motivos de «seguridad».

Impactante imagen de la demolición de la chimenea, imagen de la noticia

Pese a que el propietario de la planta, la promotora inmobiliaria Jerpu, tenía permiso para realizar la demolición desde el 22 de diciembre, y se preveía inminente, el inicio de las labores de desmontaje cogió a vecinos y Concello por sorpresa. El concejal de Urbanismo, Guillermo Evia, ordenaba a media mañana la Policía Local una inspección de la obra tras haberle llegado quejas vecinales por la caída de un cascote a la vía pública.
Polvo y ratas
El polvillo del ladrillo tiñó buena parte de los coches aparcados en el entorno de la manzana que ocupa el viejo inmueble y caía sobre los viandantes. Y residentes de distintas calles de Ferrol Vello denunciaron que los trabajos provocaron una estampida de ratas procedentes de la antigua Hispania que buscaban refugio.
El edil culpó del derribo al anterior gobierno: «Se debe a su inacción. Tenían que haber recurrido la sentencia. Pero ahora hay una sentencia firme sobre la que no cabe recurso alguno». Por eso, «una vez cumplidos los trámites, con el pago de las tasas, la promotora tiene todo el derecho a demoler la edificación», argumentó.
Desde la entidad vecinal, que junto a IU y el COAG habían presentado un recurso que fue desestimado. La presidenta vecinal, Maite Fernández, señalaba que ahora «no hay nada que hacer», aunque reconoce que en el barrio hay opiniones dispares.

Cae el último emblema fabril
Fue el germen de la industria privada de Ferrolterra y está a punto de convertirse en escombros. La promotora Jerpu, dueña de Hispania, una de las cinco fábricas de lápices que funcionaron en España, comenzó ayer a derruirla después de que la Xunta pusiese fin a dos décadas marcadas por el litigio judicial que mantenían sus propietarios con el Concello. Todos los grupos municipales de la izquierda (PSOE, BNG e IU) y la delegación local del Colegio de Arquitectos de Galicia se oponen a que acabe reducida a cascotes y apelan al valor patrimonial de varios de sus elementos, entre otros la fachada, con elementos del Art Deco y el Racionalismo. IU presentó hace unas semanas un recurso de alzada contra la decisión de la Xunta de permitir la demolición, pero los propietarios iniciaron ayer los primeros trabajos para el derrumbe, con el desmontaje de parte de su chimenea.
Imagen de la noticia

La Fábrica de Lápices comenzó su andadura en la zona portuaria ferrolana en 1934, impulsada por Alberto Fernández Martín, un representante vallisoletano de artículos de escritorio, que contagió su espíritu emprendedor a otros seis socios, entre ellos a su amigo Antonio Veiga. Desde el primer momento la factoría fue creciendo en actividad y plantilla, que en sus tiempos de esplendor llegó a generar empleo para 400 personas. Hasta principios de la década de los setenta, la fábrica exportaba lápices para toda Europa y también para Estados Unidos, generando unos beneficios que permitieron, según recuerda el hijo de uno de los socios, Antonio Veiga, aportar capital para crear un sinfín de industrias más en la comarca, algunas tan señeras como Fuerzas Navales y Artilleras (Fenya), Conservas La Atlántica, Cerámicas Santa Rita, Textilfer, Admar e incluso los astilleros que después darían origen a Astano.
Multitud de modelos
Junto a Antonio Tella, que se ocupaba de la parte técnica de la fabricación, y el alemán Johann Sindel, jefe del taller y que dio nombre a un modelo de lápiz muy exitoso, sus dueños lograron que la factoría incorporase nuevos productos. Así, llegó a fabricar lápices de dibujo profesional, de carpintero, de colores y perfiladores de labios, entre otros y también se diversificó la producción hacia otros artículos, como plumillas y peines.
La fábrica, que inicialmente había echado a andar en unas naves en los muelles, fue construida bajo el diseño del arquitecto Nemesio López, y en su emblemática fachada se colocó el logotipo que muestra dos muñecos unidos rodeados por una corona, símbolo para varias generaciones de ese enclave industrial. En Ferrol alguien llegó a decir hace unos días que era un símbolo nazi, lo que ha indignado a la familia Veiga, que niega este extremo y además aboga porque, en el supuesto en que acabe sucumbiendo a las máquinas, se conserve el emblema.
La época dorada de la planta se truncó en los sesenta, por las importaciones masivas de lápices de China, Taiwán y Checoslovaquia, y fue decayendo hasta echar el cierre, en 1986. Tras ser subastada, pasó a manos de la promotora Jerpu, que la compró para edificar en su parcela 50 pisos. Pero las intenciones de la empresa chocaron desde el principio con el Concello de Ferrol, con el que pleiteó primero para que los terrenos sobre los que se asienta fuesen declarados como suelo urbano no consolidado, lo que logró en el 2004. Dos años después se inició una modificación del plan general que afectaba a la zona y, más tarde, el gobierno local, ya de otro color político, paralizó de nuevo el proceso.
Desde el 2010, los tribunales han dado la razón a la firma, y por último, la Xunta autorizó el derribo, que empezó pese a la oposición de políticos y arquitectos. Las máquinas arrancan ya motores para poner fin al primer gran emblema fabril de la ciudad.
El fin de un gigante industrial la historia de la factoría

Una jornada entre el “¡Por fin!” y el “¡Non ao derribo!”.
Solo coincidían ayer en la sorpresa. Los defensores del derribo, al levantarse ayer y ver que, después de tantos años de espera, se colman sus deseos. Los contrarios a la demolición, porque después de tanto tiempo han visto cómo de nada han servido los esfuerzos, entresijos legales y medidas de presión por evitarla.
Entre los primeros, algunas vecinas que amanecían con el ruido del taladro. «¡Por fin!», exclamaba una de ellas nada más poner un pie en la calle. «Me parece muy bien», convenía unos pasos más abajo otra residente del barrio: «Por lo menos, si no hacen nada, que dejen limpio. Es que esto es un asco». Ni rastro de nostalgia por lo que se pierde. «Me daría pena si estuviese en otras condiciones, pero en estas... nadiña. Hasta me da miedo cuando mis nietas pasan por aquí», agregó.
Imagen de la noticia

Del otro lado, el grupo de vecinos que lamentan su desaparición. Entre ellos, los alrededor de cuarenta que se concentraron ayer por la tarde secundando la convocatoria de IU. En ella se corearon consignas como «¡Non ao derribo, non á especulación!» y exhibieron carteles recordando la consideración de BIC del barrio y «Si ao patrimonio cultural industrial».
«Hay que conservar la Fábrica porque es un ejemplo de arquitectura racionalista, está catalogada como patrimonio industrial, está dentro del entorno del BIC de Ferrol Vello... Son muchos requisitos ya para que se cumplan», señalaba Olga Martínez. Dice entender a quienes piden su desaparición para hacer frente al abandono y la suciedad «Pero la solución no es tirarlo: es recuperarlo», defiende. «Aquí se meteu a piqueta moi pronto. Non sei a qué vén tanta présa en dar permisos para tirar, porque cando se tire, despois xa non hai volta atrás», declaró Fernando Naveiras.

Silencio
La importancia de la conservación del patrimonio edificado no se ciñe en exclusiva al valor material del mismo. La Fábrica de Lápices constituye un excelente ejemplo de arquitectura industrial, un hito en la ciudad, presente en la memoria colectiva de los ferrolanos, como parte de nuestra historia, de nuestra vida. Su demolición supone una contradicción, desde cualquier punto de vista, administrativo, patrimonial, económico y social. Es incomprensible. Como si no supiésemos que todas las grandes ciudades han recuperado su arquitectura industrial durante los últimos años.
Nosotros, la urbe industrial por excelencia de Galicia, renegamos de nuestros orígenes, como si fuese la actividad industrial la causa de su ruina, y no la razón de un pasado de esplendor.
Hace falta carecer de imaginación para no entender los beneficios de la conservación, independientemente de ideologías políticas. Resulta más incomprensible aún en unos años de depresión económica, cuando priman los criterios de reutilización, de conservación, en un momento en el que el estallido de una burbuja nos sorprendió a todos despertándonos de un sueño que no era real. Demolición, ¿para qué? No impedía la construcción de una promoción inmobiliaria que en estos momentos tiene un largo recorrido para poder llevarse a cabo; aún así, la fábrica podría formar parte de la misma, otorgándole un uso al edificio en sí, como volumen contenedor, y manteniendo el elemento de la chimenea, como obelisco.
Día tristemente histórico
Ayer pasará a la historia de la ciudad de Ferrol como un día aciago. Una concatenación de actuaciones administrativas torpes, una licencia por silencio administrativo y la desidia de dejar aparcadas las decisiones molestas -optando por no cuestionar el interés privado en vez de defender el público- provocaron la desaparición de la única pieza de arquitectura industrial de importancia que quedaba en la ciudad.
Era la muestra de una de las aventuras empresariales no públicas más importantes de la comarca. La administración y la política están para servir a la ciudad.
Es Ferrol la que sale perdiendo. Silencio

La piqueta entra en las instalaciones de la antigua fábrica de lápices.
Se inició el derribo de la Fábrica de Lápices. Los operarios comenzaron en la mañana de ayer los trabajos de demolición del edificio situado en la carretera alta del puerto, en el barrio de Ferrol Vello. Debido a una sentencia, por silencio administrativo, el Concello de Ferrol está obligado a permitir el derribo de este inmueble, un trámite que cuenta con licencia desde el pasado 22 de diciembre.
En las últimas horas, el concejal de Urbanismo, Guillermo Evia,  volvía a manifestar que ha sido el gobierno anterior, del Partido Socialista, quien no presentó alegaciones a la sentencia que ahora permite demoler la Fábrica de Lápices.
Por otra parte, Evia, también anunciaba que desde el concello se enviaría una inspección para atender las demandas vecinales por caídas de cascotes a la vía pública debido al inicio de esta actuación
Por su parte, Esquerda Unida llevó a cabo en la tarde de ayer, desde las siete, una concentración ante estas instalaciones para mostrar su rechazo el derribo de esta antigua industria, que lleva decenas de años sin actividad.
Además, el coordinador local de esta formación, Suso Basterrechea, anunciaba que Esquerda Unida había solicitado una entrevista urgente con el director Xeral de Patrimonio de la Xunta, con Luís Gil Pichel, para solicitarle que se paralice este derribo.
http://ferrol.cope.es/

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